La decisión de mudar a un familiar a una Residencia Geriátrica es un proceso difícil que suele estar cargado de muchas emociones encontradas.
Por un lado, existe un sentimiento de culpa relacionado a la idea de que se está abandonando a ese ser querido y la creencia de que esa persona va a albergar resentimiento y rencor hacia nosotros.
Por otro, es un alivio saber que en un buen lugar recibirá los cuidados que muchas vecesla familia no puede brindarle debido a sus múltiples ocupaciones o la falta de conocimientos.
El proceso se vuelve más fácil si uno esta al tanto de 4 pasos importantes: entender su situación, búsqueda, transición y adaptación.
Paso 1: Entender su situación
Esta podría considerarse como la “Fase de Diagnóstico”. Primero tenemos que ver cuál es la condición de la persona mayor para poder buscar una residencia que se adapte a estas necesidades. Si bien hay muchas residencias que se ajustan a estas necesidades, los costos de las mismas son variables y tenemos que tener en cuenta nuestra economía.
Para evitar este inconveniente se recomienda leer: Guía de Precios de Geriátricos de la ciudad de Buenos Aires.
Otro factor a tener en cuenta es que muchas residencias no admiten a todo tipo de personas. Por ejemplo, algunas solo admiten personas mayores autoválidas e independientes, debido a la ausencia de personal especializado. Otras solo admiten a personas con determinadas patologías (como Trastornos de Memoria o con Problemas de movilidad).
Para evitar inconvenientes en esta búsqueda usted debe tener en cuenta dos elementos:
- Informarse bien sobre las características y condiciones de la residencia antes de comunicarse o visitarla.
- Ser honesto en la descripción de la persona mayor y no ocultar ningún detalle relevante.
Por ende, para “Entender la situación” se deben considerar los siguientes factores:
- Condiciones y necesidades de la persona mayor.
- Condiciones económicas de la persona o familia que va a pagar la residencia.
- Condiciones de admisión de las residencias geriátricas.
- Comprobar que la residencia tenga las habilitaciones correspondientes.
Paso 2: Búsqueda de la Residencia
Habiendo visto los factores anteriores, ya podemos comenzar con la búsqueda de residencias que se adapten a las necesidades y condiciones del adulto mayor y que esté al alcance de nuestra capacidad económica. Muchas personas o familias pierden valioso tiempo por no considerar estos factores.
Hay que tener en cuenta que la pérdida de tiempo genera desánimo y frustración tanto en los familiares como en el adulto mayor. En este último puede aparecer o reforzarse la creencia de que es una carga tan grande para la familia que no escatiman esfuerzos a fin de deshacerse de él.
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En este caso es mejor hablar con ellos de manera sincera y explicarles que la familia se preocupa por su salud y bienestar, por lo que buscan el mejor lugar en donde puedan darle la atención que se merece y que ellos –por trabajo o falta de conocimientos- no pueden brindar.
Las personas mayores con alguna discapacidad o patologías graves requieren de cuidados profesionales específicos que muchas veces no se pueden satisfacer en el propio hogar y estarán mejor atendidos en una institución profesional.
Aunque la búsqueda haya comenzado en internet (que hoy es más común que la lectura de clasificados en los diarios o de Guías de Servicios que existían en los años anteriores), siempre es importante visitar el lugar o buscar recomendaciones de especialistas u otros familiares.
Puede que las instalaciones no se parezcan a las que se ven en las imágenes de internet o que la persona mayor que va a residir no se sienta cómoda en ese lugar.
Puede suceder incluso que la residencia que mejor se adapte a sus necesidades y condiciones no quede en el mismo barrio e incluso en la misma localidad de donde residimos. Este es un tema a tratar con la persona mayor involucrada. Puede que ella acepte que la visitemos de manera no tan seguida –debido a las distancias- a cambio de recibir una mejor atención y contar con un ambiente más cómodo que el que podría encontrar en una residencia más cercana a nuestro domicilio.
Paso 3: Preparar la transición
La razón por la que muchas personas mayores no quieren mudarse a una residencia es porque saben que van a morir allí y eso les lleva a enfrentarse con el hecho de que están en la fase final de su vida. Esto no es fácil de aceptar, aunque parezca que debería ser así por la inevitable finitud de la vida humana.
Otra cuestión es que a lo mejor no se sientan capaces de cambiar la relación más cercana que tenían con su familia y la ansiedad que provoca el tener que empezar a relacionarse con personas nuevas a esa altura de la vida. Perder parte de la independencia que da el vivir en la propia casa y tener que seguir las reglas de una institución es algo que también puede resultar frustrante.
Sin embargo, la evidencia y la experiencia demuestran que la mayoría de las personas mayores se benefician de esto. El tener a alguien que se ocupe de sus necesidades (alimentación, limpieza), además de saber que cuentan con profesionales que las atenderán en caso de que lo necesiten, libera a muchas personas mayores de las preocupaciones cotidianas y les brinda tiempo libre para realizar actividades que tenían postergadas.
Muchas empiezan o retoman actividades artísticas que tenían abandonadas como la pintura o la escritura, mientras que otras vuelven a realizar actividades físicas, juegos de mesa (ajedrez, damas, cartas) o a entablar nuevas relaciones (amistad, pareja).
Destaque estos aspectos cuando hable con la persona mayor cercana a usted. Incluso puede ayudarle a planificar las actividades que realizará una vez instalada en la residencia. A lo mejor esta persona cocinó durante años y solía escribir sus recetas en una libreta o en tarjetas; usted puede animarla a que ordene este material en un libro de cocina. Esto es un ejemplo que puede aplicarse a cualquier otro interés que tenga su familiar. Comprometerse a proveerle de los materiales necesarios para estas nuevas actividades ayudará al proceso de transición y a que se mantenga un vínculo saludable con los miembros de la familia.
Es importante que la persona mayor sepa que, aunque ya no resida en el hogar familiar, sigue siendo un miembro importante y querido de la familia: que esta visitará el lugar y pasará un tiempo con ella, que la llevará a lugares que quiera ir y seguirá siendo responsable de su salud y cuidados.
La familia debe consultar en la Residencia acerca de aquellos elementos personales que no son provistos y que deben llevar (por ejemplo pañales o determinada medicación). Los miembros de la familia deben distribuirse las responsabilidades para que esto no recaiga en una sola persona.
A diferencia de lo que suele creerse, la instalación de un adulto mayor en una residencia suele fortalecer el vínculo familiar y ayudar a que la persona goce de una mejor calidad de vida y de bienestar en sus últimos años.
Fase 4: Proceso de Adaptación
El Proceso de Adaptación esta compuesto por cuatro subfases: preingreso, ingreso, adaptación propiamente dicha e integración.
- Preingreso
Se da cuando la persona mayor y su familia tienen el primer contacto con el personal de la residencia para fijar las condiciones de ingreso. Puede hacerse más fácil este momento si el futuro residente conoce el lugar y está conforme con las condiciones del mismo.
- Ingreso
Es na etapa de mucha ansiedad ya que el residente no conoce al personal del lugar ni las demás personas con las que va a convivir. Es fundamental el acompañamiento familiar y de un profesional durante el primer día para lograr una buena adaptación y minimizar la resistencia al cambio.
- Adaptación
La experiencia muestra que la adaptación se da en los primeros 90 días. Este es el tiempo que le lleva a la persona conocer a los demás residentes –con quienes ya habrá establecido vínculos- y al personal de la institución. Conocerá y se adaptará a las rutinas, a las reglas del lugar y habrá comenzado a realizar sus primeras actividades.
- Integración
Por último viene la integración en donde el residente ya ha hecho del lugar su nuevo hogar. Pasado un tiempo el personal profesional y no profesional de la residencia suele hacer una evaluación y valoración del proceso de adaptación a fin de planificar una intervención personalizada a sus necesidades.
Consideraciones finales
La búsqueda y traslado de una persona mayor a una residencia es un proceso que moviliza emociones tanto en la familia como en el futuro residente. Tener en cuenta los cuatro pasos que aquí reseñamos ayuda a llevar este proceso de la mejor manera posible y a alcanzar mejores resultados.
La experiencia muestra que la mayoría de las personas mayores se adaptan fácilmente a su nueva vida en una residencia, que los vínculos familiares se afianzan y mejoran, y que hay repercusiones positivas en cuanto a su nivel de vida y bienestar en sus últimos años.
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