El cuidado es un trabajo estresante, incluso durante los mejores días.
Puede suceder que la persona que reciba el cuidado sea malhumorada y exigente, que su cónyuge se queje de la cantidad de tiempo que le dedique o que las personas de afuera critiquen.
En un entorno con este tipo de presión, es probable que ocurra un colapso de vez en cuando, sobre todo para aquellos que no descansan y son propensos a agotarse emocionalmente.
Las personas de afuera que no conocen la realidad de la situación de cuidado, a menudo agravan la tensión, ofreciendo consejos poco útiles. Usted solo puede ocultar su irritación, reprimir una respuesta sarcástica, y dejar que los comentarios o acciones pasen de largo. Pero la paciencia con el tiempo se agota.
Si el comentario o sugerencia de la otra persona venía de un lugar realmente bueno, por lo general, casi al instante reconocemos que nuestra reacción exagerada era injustificada. Ahí es cuando la vergüenza comienza a deslizarse.
La culpa es especialmente dolorosa cuando atacamos a nuestro receptor de cuidado por algo que está fuera de su control.
Es mortificante, pero es un hecho que es más común de lo que a la mayoría de los cuidadores les gustaría admitir.
A menudo, este repentino estallido está mal dirigido. Nuestro padre, abuelo, cónyuge, hijo, amigo o receptor de cuidado puede terminar convirtiéndose en un objetivo cuando realmente nuestro dolor se debe a la presión abrumadora de nuestra situación de cuidado.
Pero reconocer nuestro error no es suficiente. Una vez pronunciado, nuestras palabras no pueden ser devueltas. Sólo hay una manera de arreglar las cosas: ofrecer una disculpa sincera.
Asegurar una disculpa sentida
Si bien disculparse suena bastante fácil, es una tarea difícil para muchas personas. Pedir perdón lleva a la introspección y a la humildad, atributos que pueden ser difíciles de ejercer en un estado de agotamiento y angustia.
Usted sabe que su mal humor no es culpa de la otra persona, pero todo lo que puede hacer es reunir una excusa por su comportamiento.
Tenga en cuenta que una excusa no es una disculpa, pero puede ser suficiente por el momento. Puede esperar que la persona a la que trato mal sea lo suficientemente comprensiva para dejar las cosas así, pero no cometa el error de pensar que su comportamiento no la afectó. Mientras tanto, permítase un poco de espacio para aclarar y ordenar sus pensamientos.
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Para ofrecer una disculpa sincera, primero hay que entender lo que provocó su ira y por qué dirigió su frustración a esa persona.
Una de las razones por las que a menudo dirigimos nuestra irritación y resentimiento hacia los más cercanos es que nos sentimos más seguros con ellos.
Creemos que estos miembros de la familia y nuestros amigos no nos abandonarán porque en el fondo nos preocupamos el uno por el otro. Nosotros no tratamos mal a estas personas a propósito ni los provocamos intencionalmente.
Sin embargo, si no encontramos una salida saludable para nuestra creciente exasperación, es probable que salga a la luz una y otra vez.
Si no se controlan, estas emociones pueden dañar seriamente la salud mental de un cuidador y tener un efecto negativo en sus relaciones más importantes.
Una vez que haya identificado el verdadero motivo detrás de su comportamiento, puede ser capaz de ofrecer una disculpa sincera.
Mientras que un incidente como este no es agradable para ninguna persona involucrada, es de esperar que lo ayudará a darse cuenta de que sus niveles de estrés son demasiado altos. Vea esto como señal de que puede ser el momento de encontrar recursos, como por ejemplo, un cuidador externo.
En última instancia, esto es beneficioso para usted, la persona que cuida y otros más cercanos a usted.
A veces la ira de un cuidador está justificada
¿Qué pasaría si le contestara a alguien que usted cree que está equivocado o no hace bien las cosas? Como por ejemplo, descarga su ira en su hermano, que siempre está dispuesto a criticar pero nunca se ofrece a dar una mano. ¿No se sentiría justificado en su comportamiento?
Perder la calma con esta persona a veces puede ser saludable.
Sin embargo, a menos que esté dispuesto a deshacerse de su relación con su hermano, todavía está en una posición en la que se justifica una disculpa.
Es útil tomarse un tiempo para reflexionar después del incidente inicial.
Una vez que se haya calmado, puede dejar que su hermano sepa que usted ha sido alterado por la forma en que ha presentado sus críticas y que finalmente perdió el control de sus emociones.
Lo mejor es decir “perdón por la forma en que respondí”. Sin embargo, también debe tratar de aprovechar la oportunidad para mencionar que hay problemas de fondo que necesitan discutir para que puedan tener una relación más sana.
En este escenario, no se está disculpando por defenderse. Usted está disculpándose por atacar, en vez de manejar la situación de una manera razonable y adulta.
Los rencores solo dañan a quienes los llevan
La vida nos da tantas opciones…podemos continuar guardando rencores, podemos estar enojados.
Pero… ¿a quién estamos haciendo daño realmente al hacer esto? El resentimiento y la ira toman nuestra energía y corroen el alma.
Naturalmente, hay algunas personalidades que no se llevan bien. En estas situaciones, lo mejor es ser cordial.
Minimizar el estrés del cuidador
No sea demasiado duro consigo mismo si explota de vez en cuando. Es natural hasta cierto punto.
Pero busque las razones por las cuales ha actuado de esa manera (de la cual ahora se arrepiente), y aprenda cómo ofrecer una disculpa sincera. La capacidad de darse cuenta y admitir la culpa es un rasgo muy valioso y una de las herramientas que necesitará para equilibrar el cuidado con otras relaciones.
Si el estrés, la depresión o la ansiedad son la causa de su comportamiento, o estos cambios de humor se vuelven más pronunciados y frecuentes, entonces es el momento de buscar ayuda.
El desgaste del cuidador ¿qué es y cómo se mide?
El incidente puede haber sido resultante de un sentimiento de estrés, o sea, de un sentimiento de tensión emocional o física que puede provenir de cualquier evento o pensamiento que lo haga sentir frustrado, enojado o nervioso. En ráfagas breves, el estrés puede ser positivo, como cuando le ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite.
¿Qué es el estrés?
El estrés es la resistencia del cuerpo a un cambio que requiere un ajuste o una respuesta directa. El cuerpo reacciona a estos cambios con respuestas físicas, mentales y emocionales. Siendo una parte natural de la vida, el estrés se puede experimentar en su entorno, su cuerpo y sus pensamientos.
Las causas son el estar bajo presión, afrontar grandes cambios o preocuparse por algo.
Muchos cuidadores lo experimentan cuando sienten no tener mucho o ningún control sobre el resultado de una situación o estar confrontado con responsabilidades que los abruman. Es común porque está atravesando tiempos de incertidumbre.
Pero cuando el estrés se acumula puede generar un desgaste en el cuidador. Este desgaste también se conoce como estrés del cuidador o síndrome del cuidador. Es una condición frecuente especialmente en cuidadores con poca experiencia y ocurre muchas veces en familiares que se dedican a acompañar y cuidar a sus mayores. Para entender más sobre esta condición recomendamos leer el artículo sobre el lado invisible del desgaste del cuidador.
Metodo para medir el estrés del cuidador
En el mundo entero se utiliza la escala de Zarit para medir y entender mejor la profundidad del estrés que un cuidador de un familiar está sintiendo. Este test permite que el cuidador pueda medir el estrés y ,a través del puntaje obtenido, entender mejor su situación en particular. Para saber más recomendamos leer el artículo de medir el estrés del cuidador a través de la escala de Zarit.