Las demencias o dementias (del latín de: alejado y mentis: mente) son una pérdida de las funciones superiores del cerebro debido a un daño, lesión o enfermedad orgánica.

El Libro de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (DSM-V) las incluye dentro de los “Trastornos Neurocognitivos Mayores” y forman parte de las tres “Gigantes de la Geriatría”, junto con la Incontinencia y los Problemas de movilidad. 

La prevalencia en las personas mayores de 65 años es de un 5 al 10%, de las cuales 2/3 corresponden a la Demencia tipo Alzheimer o Enfermedad de Alzheimer.

Por lo general, se comienza con pequeños olvidos que van progresando a problemas de memoria más graves, llegando luego a la apatía, la irritabilidad, la paranoia, el menor rendimiento intelectual, la pérdida de capacidad para realizar las tareas cotidianas y los problemas de movilidad. Aunque esto puede variar según el caso y el tipo de demencia que se presente.

Por ese motivo es que familiares, cuidadores y profesionales de la salud suelen señalar que tienen serias dificultades para comunicarse con personas con diagnósticos de demencia.

Les cuesta hablar con ellos, no suelen entenderles lo que quiere decir, no saben si el paciente comprende lo que se le está diciendo, y ambas partes se angustian por no poder comunicarse. 

Blinder destaca que le gusta dar las mismas herramientas a todas las personas sobre como expresarse y comunicarse y destaca 4 puntos fundamentales:

1. Comunicación empática, respetuosa y sensible

El primer punto que señala es ser respetuoso y perceptivo: “si hablo y tengo un tono de voz fuerte o grito por algo, aunque no le estoy gritando a mi pariente sino que grito porque se me cayó algo, se puede asustar porque no puede distinguir que ese tono no es para él”.

Es importante comunicarse de una manera cuidadosa con un tono de voz suave y relajado. Si vamos a despertar a esa persona, es mejor tocarla y hablarle despacio, en lugar de gritarle su nombre para que se despierte, lo que puede desorientarla y perturbarla aún más.

2. Poner todo en palabras y no realizar acciones sin explicar lo que se va a hacer

En segundo lugar, señala la necesidad de poner todo en palabras. Cuando se va a realizar una acción con una persona que padece una patología, es importante explicarle lo que se le va a hacer.

Tengamos en cuenta que la mayoría de las veces son personas mayores que tienen una vida hecha y han sido autónomos la mayor parte de la misma, por lo que suele ser muy frustrante para ellos que alguien deba cambiarles los pañales, ponerles la ropa, darles de comer o sentarlos en una silla de rueda.

Si le explicamos la situación y le preguntamos si necesita ayuda, contribuimos a que esto se pueda llevar delante de la mejor manera posible.

3. Respeto a la autonomía de las personas

Algo que señalan tanto la profesora Binder como el doctor Litwik, es que se debe evitar intervenir si la persona puede realizar la acción por su propia cuenta.

Si puede tomar la cuchara y llevarla a la boca, aunque le lleve más tiempo comer, lo está pudiendo hacer de manera autónoma y hay que evitar intervenir porque de ese modo la estaríamos frustrando más.

Muchos pacientes pueden ponerse la camisa o los pantalones, pero tienen dificultad para abrochar los botones –ya sea por problemas musculares, neurológicos o sensoriales-, por lo que deberíamos ayudarle solo en ese punto, mientras dejamos que el resto lo haga por su cuenta.

4. Comunicación simpática, teniendo en cuenta cómo me gustaría ser tratado

Para la vida cotidiana y no solo para cuando se trabaja con personas con padecimientos neurocognitivos- es preguntarnos como queremos que nos traten a nosotros. “A nadie le gusta que le hablen gritando, que le corran la silla para pasar y no le digan permiso. Si a nadie le gusta, ¿Por qué voy a creer que a una persona con demencia algo de eso no le va a molestar?”, señala la entrevistada.

Si hay dificultad para hacerse entender por la otra persona o no se comprende lo que quiere decir el paciente, el tono se convierte en el mensaje.

Esto se complementa con la idea anterior de poner todo en palabras: si tenemos dudas de ser comprendidos en la semántica de las palabras, el tono en que lo digamos va a ayudar a que el mensaje, de alguna manera, llegue a la otra persona.

“La mayoría de las veces son personas mayores que tienen una vida hecha y han sido autónomas la mayor parte de la misma, por lo que suele ser muy frustrante para ellos que alguien deba cambiarles los pañales, ponerles la ropa, darles de comer o sentarlos en una silla de rueda”.

Laura Blinder

¿Quién es Laura Binder?

Laura Binder es Acompañante terapéutico, Recreóloga de todas las edades, profesora de nivel inicial, bailarina y docente de tango. Actualmente se desempeña como coordinadora del Área Terapéutica Recreativa de Cohabitam.

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