Florencia Paldino: “Cuando uno institucionaliza a un familiar, se trata de un acto de amor”

Detrás de cada Residencia de Adultos Mayores hay una familia, valores, creencias, personas que día a día piensan cómo pueden mejorar la vida de sus residentes. Lo invitamos a conocer la intimidad de la Residencia San Jorge a través de su directora Florencia Paldino.

Tabla de contenidos

En el mes de septiembre conversamos con Florencia Paldino, directora de la Residencia San Jorge , fundada por sus padres en 1968. Nos contó cómo fueron los inicios de la empresa, cuáles son sus valores, cómo fue su infancia, cuáles son los desafíos de trabajar en esta área, que es lo más lindo y lo más difícil de su trabajo, cuáles son los cambios que percibe entre generación y generación, y cómo están atravesando la pandemia, entre otras cuestiones interesantes. 


Haciendo memoria con geriátricos

La primera visita a un geriátrico

¿Te acordás de la primera vez que visitaste un geriátrico?

Que me acuerde, a los 4 años. Mis padres lo fundaron en 1968 y yo nací en el 1976, así que ya tenían varios años de geriatría. 

Para mí siempre fue un lugar de juegos, inclusive yo era la alegría de los residentes. Muchos de ellos duraron tanto que me han visto trabajar. Cuando uno tiene padres que se dedican a esto, tiene una crianza absolutamente compatible con la actividad.

¿Cuál era tu impresión cuando estabas ahí, qué pensamientos tenías?

Para mí en ese momento era todo juegos y diversión, todo el mundo me mimaba, era un lugar muy agradable.



Después chocaba con la realidad de los demás, que me preguntaban “¿no tenés miedo, no te da impresión?” para nada, lo tenía naturalizado.


Los inicios de un geriátrico

¿Cómo fueron los inicios de San Jorge?

Mis padres comenzaron en otro barrio y después se mudaron. En principio se alquiló una casa y después pudieron comprar. Ha pasado de todo: se hipotecó, se salvó, se asoció gente, se les compró la parte.

Para mí siempre fue un hogar más. De hecho fue mi primer trabajo para ganar mis primeros pesos de adolescente. Después empecé a hacer lo mío, que me sirvió mucho. Es importante poder aprender para traer innovaciones a la empresa. 

Mi mamá era secretaria de una gerencia de hospital y mi papá ayudaba a mi abuelo en su taller, que era tapicero. Se conocieron a los treinta y pico y empezaron a vincularse con gente del ámbito de la salud.

Luego empezaron a notar qué era lo que faltaba, así que comenzaron a pensar en la idea de un geriátrico. Al principio era una extensión del hogar y después con el tiempo se fue profesionalizando la actividad en sí, y también, por supuesto, la figura de las cuidadoras. En ese momento no había capacitaciones, la actividad fue tomando forma. 


¿Cuál era la percepción sobre los geriátricos en ese momento?

Yo siempre digo que cuando vienen a las entrevistas nadie viene porque está con ganas de venir. Todo el mundo tiene una necesidad y, en función de eso,  para eso estamos.  Ese es el hueco que mis padres vieron, esa necesidad de las familias.

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Muchas veces recurren por cuestiones sociales, otras por cuestiones médicas y, muchas veces, por ambas.  En su mayoría son cuestiones sociales porque algún familiar ya no los puede cuidar o esa persona tiene que trabajar o ya no pueden cuidarse ellos mismos solos, que es lo más común.

Siempre se lidia con ese fantasma de que un geriatrico es un depósito de viejos. Yo siempre digo que se trata de  entender que cuando uno institucionaliza a un familiar, se trata de un acto de amor.



Está llevandolo a un lugar donde lo pueden asistir, donde hay gente capacitada, donde hay personas las 24 hs. Lo que logra esta institucionalización es una revinculación: cuando uno puede dejar de ser el cuidador para empezar a ser la visita. Eso es muy importante. 

Quizá en la primera entrevista o la primera semana de adaptación a eso no lo ven, pero luego empiezan a notar que su familiar está bien, que está cuidado, que quizá está mejor que en su propia casa.

También hay pares. Muchas personas que nunca interactuaron en su casa y que de repente lo empiezan a hacer con sus compañeros.

Esto tiene que ver con que todavía a esa edad se desarrollan, tienen inquietudes, empiezan a sentirse útiles. Ven que el par también tiene otras limitaciones, entonces se ayudan entre ellos, algo que por ahí en una casa uno no se da cuenta como familiar.

Las familias les suelen decir cosas como: “Quedate ahí  para no caerte”. Ellos siempre están sintiendo, porque lo manifiestan, que en su casa molestan. Entonces es darles un espacio.

Cuando se llega a determinada edad, las personas empiezan a sentir que ya no tienen participación o decisión. Sin embargo, el geriátrico es un lugar en donde todo se les pregunta, se les consulta, se le piden ideas.

Las chicas que hacen laborterapia los motivan para que empiecen a decir “me gusta trabajar con tal color, a mi me gustaba el tango”, y así todos empiezan a recordar deseos que tenían dormidos.


El convivio familiar, los valores y las razones para seguir una tradición

¿Cómo fue crecer en una familia que tiene una Residencia Geriatrica?

Desde el lado empresarial fue algo difícil como todo trabajo que comparten las familias. Pero por otro lado, la parte humana que me conecta me tiró. Cuando me revelé, me prometí trabajar de otra cosa, de hecho lo hice. Pero  por alguna razón volví, y continue. 

¿Cómo fue que decidiste seguir con la empresa familiar?

Lo analice bastante, hubo una revisión y fue un camino elegido.  Tengo 3 hijos y sentía que necesitaba un lugar en el que yo pudiera estar con ellos como mis padres hicieron conmigo. Hace 17 años que estoy a cargo. Tengo una hermana, ella dijo que no y lo cumplió. Mi marido tiene su carrera y está bien que así sea. No conozco peleas de pareja de mis padres, todas fueron por el geriátrico, es como el segundo hogar.

¿Cuáles eran los valores de tus padres a la hora de trabajar?

Siempre se trabajó en la atención centrada en la persona, algo que hoy la sociedad acompaña porque ha madurado, así como maduró con el feminismo.

No se podría trabajar de otra manera,  por lo menos de manera sostenible.  Podés ser el empresario y nada más, pero por ejemplo, yo tengo empleados cuyos padres se jubilaron en el geriátrico. Son generaciones y generaciones.

Esos que eran empleados, eran personas que jugaban conmigo. Son empleados de toda la vida, realmente nos tenemos aprecio, y eso se traduce en un respeto al trabajo. Crecieron con el mismo amor hacia los adultos mayores que yo.


Los cambios con el tiempo de la residencias para la tercera edad

Los cambios en el tiempo y las diferencias generacionales

¿Cuáles son los cambios que percibes entre generación y generación tanto de dueños como de residentes?

Creo que la tecnología es algo que atravesó todo a una velocidad con la que nos tenemos que manejar. También por supuesto que las instituciones acompañaron muchísimo. Mis padres no trabajaban con el mail. Para todo eso me tocó empezar a mí.

¿Perciben diferencias entre generación y generación de residentes? 

Sin dudas, porque la geriatría está cambiando en todos los niveles. Estamos cambiando el paradigma, la forma de ver al residente. Cuando mis padres empezaron, el residente era la persona protegida o, hasta a veces, sacada de su propia casa.

Hoy por hoy, con los derechos humanos, con las convenciones, con los propios cursos y demás, la atención centrada se trata de eso.

Ellos pueden y deben firmar el consentimiento al ingreso, por supuesto dentro de sus capacidades cognitivas, pero ya eso les da la posibilidad de optar, y eso es darles un lugar. 

¿Cómo fueron evolucionando las actividades en la Residencia? 

Antes era algo más generalizado. Con el tiempo se fueron sumando actividades como la musicoterapia. Te puedo asegurar que les cambia el día.

Todo lo que tenga que ver con lo manual, como por ejemplo la jardinería, les encanta. Se fueron dando carreras nuevas con respecto al cuidado de los adultos. 

En términos generales, ¿cómo se sienten los residentes de estar ahí?

Están muy conformes. Para ellos son muy importantes las rutinas en general. Los vínculos que generan con los cuidadores y conmigo.

Yo estoy todos los días y cuando necesitan algo o se acuerdan de algo, o quieren que yo les diga algo a sus familias, se acercan a la oficina. Como estoy en planta baja es de fácil acceso. La idea es que sepan que tienen un lugar donde pedir, más allá de pedirselo a su cuidador que va a su piso o a la persona que lo asiste de forma directa. 


Atravesando la pandemia covid

Atravesando la pandemia con ánimo y actitud

¿Cómo están viviendo la pandemia?

La pandemia rearmó toda la organización y sus costumbres, fue muy complicado. Lo más difícil es que no pudieran entrar los familiares ni salir ellos.

Fue complejo explicarles que hay algo afuera que les hace mal, que los puede poner en riesgo. Parece una pavada pero el paseo de algunos de ellos es ir al banco a cobrar, y no pueden hacerlo. 



Hay de todo: tenes el que te dice “mira, yo prefiero no ver a mi familia en toda la pandemia, pero no me hagan tocar esos botones”, y tenés a otro que no le podes sacar el celular de encima.

¿Como están los ánimos de los residentes?

Están mejor, un poco se acostumbran y después, por alguna razón, empiezan a pensar que falta menos.

Saben que no hay una vacuna. Muchos son muy alegres, otros están muy entregados y dicen “bueno, que me mate”. Hay que trabajar en esa persona para que entienda que no es solo él o ella, que si se contagia, contagia a otros, y que esos otros si quieren vivir y sentirse bien. 

Si bien tuvimos casos de COVID-19 , PAMI los deja adentro cuando son leves o asintomáticos. Fueron 14 casos y todos asintomáticos.

El Gobierno empezó a testear de forma masiva. Tuve 4 casos de empleadas que saltaron de los testeos que hacen todas las semanas y de los hisopados que está haciendo el Ministerio de Salud. 

Pese a eso, que fue mi gran preocupación, siguió el protocolo a rajatabla: se aisló a la gente, piso exclusivo, empezó a atender el personal que ya había tenido la enfermedad para menor riesgo de recontagio y, la verdad, es que la pasaron mucho mejor de lo que esperaba.

Cuando los dieron de alta de COVID-19 empezamos a repartir pelucas de cotillón e hicimos una fiesta porque lo superamos. Estaban tan contentos con todo lo que estaban comiendo que dijeron “que vuelva el coronavirus”. 


Reflexionando sobre la vida en un hogar geriatrico

Los mayores desafíos en el trabajo con el adulto mayor

¿Cuáles son los mayores desafíos de trabajar con personas mayores?

Uno aprende todos los días de ellos. Cuentan desde más atrás, “yo era así, era asa”… ellos van trayendo un mundo que, cuando uno lo compara con el de hoy, no es tan diferente pero para ellos, que sienten como que están de vuelta, se permiten y se relajan y te dicen las cosas de diferente manera. 

Hay veces que ellos mismos pueden ser hirientes y, sin embargo, uno tiene que renovar eso, el compromiso, renovar la alegría, poder transmitir alegría.

Así como hay personas que están muy bien y que conocen sus derechos y demás, hay personas que se deterioran mucho y muy rápido, entonces tenemos que lograr todo el tiempo que ellos confíen en nosotros. Renovación, compromiso y paciencia.

¿Qué es lo más difícil y lo más lindo de trabajar en este tipo de institución?

Lo más difícil es lidiar con los familiares, más que con ellos. Los familiares por la complejidad en sí. Hay muchos muy colaboradores y otros que son bastante difíciles. 



Entran personas muy asustadas, entra gente muy dolida y entra gente muy alegre, hay de todo. Lograr que aquel dolido se vincule con uno ya es un logro de esos que te renuevan para seguir.

¿Cómo trata la sociedad a los adultos mayores hoy en día?

Los jóvenes tienen la cabeza más abierta. Vienen creciendo en eso de estar atentos a los cuidados. Antes era sacarse a la abuela de encima, que se calle; ahora yo no creo que eso no se vive en una casa.

Veo que los visitan, los cuidan, están atentos a ellos. Te diría que tiempo atrás no estaban tanto.

Ahora más, porque las familias están como multiplicadas . Me pasa mucho que tengo gente que sus hijos viven lejos y hacen videollamadas, el vínculo sigue estando, de otra manera pero sigue. 


Consejos y Recomendaciones

¿Cuál sería una recomendación para los familiares difíciles?

Mi consejo es que siempre se fijen cual es la columna de la institución, lo vertical y lo horizontal que atraviesa, cuál es la filosofía, o la visión de ese lugar.

Eso define el cuidado integral y, obviamente, es muy importante que entiendan esto del revínculo, que no es ir y dejarlo ahí, un abandono. Al contrario, es un acto de amor.

¿Qué haces en tu vida cotidiana para despejarte?

Me río bastante pero no me despejo. Es un trabajo de 24 horas y en pandemia, el triple. Esto tiene que ver con que estoy muy acostumbrada a no cortar mis trabajos. Crecí con llamados telefónicos a la madrugada por algún problema.  

¿Cuáles son los rasgos que tiene que tener una persona para dedicarse a esto?

Empatía. Hasta el día mas difícil de uno, que todos los tenemos porque somos seres humanos, no puede pasar por alto lo que les está pasando a ellos, porque no tienen por qué entender nuestra realidad. 

Mi trabajo no es traer un problema de afuera, no es decirle si PAMI le cubre o no le cubre el remedio y llevarle un problema, para eso está el familiar.

Mi trabajo es que reciba el remedio por el cuidado y que nadie lo mueva de eso, de ese sendero. 

¿Qué consejos le darías a alguien que está por crear una residencia?

En mi caso agarré esto armado, pero puedo decir que tenga en cuenta todo esto, los días buenos, los días malos, que también puede pasar con cualquier otro comercio, no necesariamente con un geriátrico. Le diría que nunca se olvide de que está trabajando con personas, que el producto es una persona y atrás de una persona hay una vida y atrás de esa vida hay una historia y esa historia muchas veces es la que los hunde o los sostiene.

Poder conocer a la persona con la que uno está trabajando, escucharla, es la única manera de poder levantarse todos los días y decir “quiero seguir con el geriátrico”.

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