Lograr un cambio mental en nuestra manera de ver y transitar la vejez, implica realizar primero un cambio en nuestra estructura mental. Para poder dimensionar lo que esto significa, amerita explicar primero cómo funciona nuestra cerebro.
Funcionamiento del cerebro humano
El cerebro humano está compuesto por tres capas funcionales, organizadas desde lo más primitivo a lo más evolucionado:
1- Capa instintiva
Ubicada en el tallo cerebral y el sistema límbico (amígdala, hipocampo), regula funciones básicas y comportamientos heredados como el instinto de huida, alimentación o reproducción. La amígdala, en particular, gestiona la memoria afectiva y emite juicios inmediatos sobre estímulos, clasificándolos como agradables o amenazantes, en gran parte a través del olfato.

2- Capa afectiva
Formada por el tálamo, hipotálamo e hipófisis, está relacionada con las emociones y la respuesta hormonal. Esta capa también participa en decisiones rápidas sin intervención racional (circuito corto), especialmente cuando hay estímulos intensos.
3- Capa racional o corteza cerebral
Es la más reciente en términos evolutivos y específica del ser humano. Allí se ubican funciones superiores como el lenguaje, la conciencia, el juicio, la planificación y el pensamiento abstracto. Está dividida en hemisferios (izquierdo y derecho) y lóbulos (frontal, parietal, temporal y occipital), conectados por el cuerpo calloso.
Relación cerebro-mente
El cerebro es la base físico-química que permite la existencia de la mente, entendida como su estado funcional en un momento dado.

El cerebro es la base físico-química que permite la existencia de la mente, entendida como su estado funcional en un momento dado.
No son lo mismo, pero están estrechamente ligados, como un generador y la corriente que produce.
Memoria y procesamiento
La memoria no está localizada en un solo punto, sino distribuida según la función:
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- Memoria visual: lóbulo occipital
- Memoria auditiva: lóbulo temporal
- Movimiento: lóbulo parietal
- Lenguaje: hemisferio izquierdo (más desarrollado en mujeres)
- Memoria afectiva: tálamo y amígdala

Aprendizaje y fijación de recuerdos
Los recuerdos se fijan por:

- Repetición (memoria referencial)
- Impronta (vivencias intensas, emocionalmente significativas)
Sobre el cerebro de los mayores
Ni bien es cierto que, con la edad, pueden aparecer cambios como deshidratación del tejido cerebral, problemas de irrigación, pérdida de neuronas y disminución de funciones cognitivas. Antes de comenzar el deterioro mental, el cerebro de las personas mayores es el más completo gracias a su vasta red de conexiones neuronales, lo que les otorga sabiduría, equilibrio emocional y realismo.
Sobre la memoria:

- Los recuerdos antiguos se mantienen mejor que los recientes por haber sido más evocados.
- Los recuerdos instintivos (como comer o huir) son más resistentes que los adquiridos por aprendizaje (como leer).
- Hay diferencias según el sexo: las mujeres retienen mejor el lenguaje y los detalles; los hombres, la orientación espacial.
- Los recuerdos fijados con carga emocional (impronta) son más duraderos que los memorizados por repetición.
- La memoria se pierde desde la corteza hacia estructuras más profundas como el tálamo y la amígdala.
En fases avanzadas del deterioro cognitivo
- El anciano puede mostrar conductas desinhibidas por pérdida del control cortical.
- Aunque se pierdan razón y lenguaje, persisten los afectos.
- La comunicación debe priorizar sentidos como el tacto, olfato y gusto.
- El placer por la comida es el último instinto en desaparecer.
- Para ayudarle a reconectarse con su identidad, conviene evocar recuerdos ligados al trabajo o vivencias afectivas intensas.
Para saber más…
Hacia una redefinición de la vejez
La supervivencia hasta edades avanzadas convierte a las personas mayores en auténticos pioneros de una geografía vital hasta ahora desierta e inexplorada, de la cual no se tienen antecedentes. Con el aumento del tiempo de vida, la vejez no es un estado transitorio previo a la muerte, sino una época de duración incierta y en aumento. Es esto lo que marca una diferencia radical entre las imágenes de ser viejo que se tuvieron en el pasado y ser viejo en la posmodernidad: la vejez ya no es un estado de paso sino un lugar donde se vive o se sobrevive, según sea el caso.

En este contexto social aún se tiene una visión sesgada y con prejuicios del colectivo de las personas mayores. Muchas veces se habla de ellas como si todas fueran iguales, como personas que no producen, no aportan, originan gastos, y son una carga. Y lo peor es que muchos de estos adultos mayores han interiorizado este sentimiento de inutilidad, sintiendo en el más profundo de su ser que nadie los necesita, ni esperan nada suyo, que van a estar mal de salud, y que van a estar solos.
En este sentido, Santiago Kovadloff, filósofo y ensayista argentino, proclama “la Tercera Edad es toda una tarea y un aprendizaje para el que no hemos sido educados”. Y afirma que “estamos educados para llegar a la jubilación, pero no estamos educados para vivir a partir de nuestra jubilación”. Lo que resulta contradictorio ya que, etimológicamente, la palabra “jubilación”, remite a la edad del “jubileo”, o sea la edad de la celebración, la edad de las posibilidades de reencontrarnos con nosotros mismos en otro terreno.
Frente a esto, el lic. Kovadloff expresa que estamos frente a un cambio de paradigma, donde la sociedad necesita cambiar, transformar, aprender. En definitiva, resulta imprescindible un cambio de mirada hacia la vejez. Una mirada más humana y esperanzadora. Un lugar donde se hable de deseo, de proyectos, de bienestar y satisfacción, en vez de hablar solo de salud o dependencia. La vejez, como una etapa de gran trabajo emocional, donde lo vivido adquiere nuevo sentido y se integra con lo que aún está por venir.
Muchas personas mayores hoy cuidan de sus nietos, sostienen a sus familias, y son pilares afectivos. El rol de abuelo o abuela tiene hoy más importancia que nunca: son unión, refugio, experiencia

Además tienen un papel clave como transmisores de historia, de valores y de palabra. Contar lo vivido, compartir lo aprendido, es una manera poderosa de seguir presentes.
Es importante que los ancianos entonces se sientan parte de esa cadena generacional, como eslabones que unen pasado, presente y futuro. Y para ello, se necesitan espacios que los reconozcan como personas activas, capaces de decidir, aportar y seguir creciendo.
Santiago Kovadloff concluye:
“La vejez es el porvenir de todos. Aprender a proyectar nuestras vidas hacia ese futuro es una reconciliación revolucionaria de la vida humana consigo misma”.
Para saber más…
Cómo modificar la perspectiva sobre el envecimiento
Son muchos los estudios realizados hasta el momento que demuestran que las personas que piensan positivamente acerca de envejecer suelen vivir vidas más largas y saludables.
Si bien la experiencia de cada persona con el envejecimiento es diferente, los expertos confirman cada vez más que tener una mentalidad positiva se asocia con un buen envejecimiento.

Un estudio de décadas de duración con 660 personas publicado en 2002 mostró que aquellos con creencias positivas sobre el envejecimiento vivieron siete años y medio más que quienes tenían opiniones negativas al respecto.
Desde entonces, las investigaciones han descubierto que una mentalidad positiva hacia el envejecimiento se asocia con una presión arterial más baja, una vida generalmente más larga y saludable y un riesgo reducido de desarrollar demencia.
Las investigaciones también muestran que las personas con una percepción más positiva del envejecimiento tienen más probabilidades de tomar medidas de salud preventivas, como hacer ejercicio, lo que, a su vez, puede ayudarlas a vivir más tiempo.
La vejez, discriminada en nuestra sociedad
La Dra. Becca Levy, investigadora, profesora en Yale y experta de renombre en psicología del envejecimiento, nos explica que muchos de nuestros supuestos sobre la edad se forman durante la niñez a través, por ejemplo, de cuentos de hadas sobre brujas malvadas y representaciones negativas de los adultos mayores en la cultura popular.
Incluso el hecho de que los episodios de pérdida de memoria se llamen “momentos de la tercera edad” refuerza arquetipos imprecisos sobre el deterioro cognitivo, señala Levy.
Por otra parte, en su obra “Rompe los límites de la edad: Cambia tus creencias sobre el envejecimiento y vive más y mejor”, nos revela, luego de investigaciones exhaustivas, que mejorando nuestras creencias sobre la edad y el envejecimiento, todos podemos vivir más y mejor.
Se trata entonces de moldear y corregir los preconceptos sobre la vejez que arrastramos desde que somos niños.

La investigadora apoya su argumentación tomando como ejemplo el caso de Japón, Este país, tiene la segunda expectativa de vida más larga del mundo y observa: contrariamente a los occidentales, los japoneses integran a las personas mayores en su cultura y celebran la vejez. “Tienen un feriado nacional para celebrar a las personas mayores y tratan a los centenarios como estrellas de rock en la televisión”, explica Levy. Además “en los cómics populares en Japón, hay héroes de edad avanzada”.

Advierte sobre la importancia de revertir las ideas negativas sobre el envejecimiento ya que asumir creencias negativas sobre el envejecimiento afecta nuestra visión del proceso y nuestra salud: varios estudios han logrado demostrar que las personas con estereotipos negativos sobre el envejecimiento aumentan significativamente las probabilidades de experimentar en el futuro un evento cardiovascular (ataque cardíaco, derrame cerebral,…).
Mientras que las personas expuestas a descripciones positivas sobre el envejecimiento mejoran la memoria, la velocidad al caminar, el equilibrio y la salud en general.
Preguntarse acerca de las ideas que cado uno tiene sobre la vejez
En su obra, Levy propone algunas formas que podrían ayudar a cambiar la forma de pensar sobre el envejecimiento.
“En cualquier momento de sus vidas, las personas pueden reforzar sus creencias positivas sobre la edad”, afirma.
Pero para cambiar las creencias negativas sobre la edad, se debe primero ser conscientes de ellas advierte. La profesional sugiere identificar las fuentes de las concepciones sobre el envejecimiento para luego poder distanciarse un poco de las ideas negativas.

Encontrar modelos a seguir en la vejez
No descartar los beneficios del envejecimiento
Según la Dra. Regina Koepp, psicóloga especializada en envejecimiento, si se asocia el envejecimiento solo con pérdida o limitación, “no se está captando la imagen completa de lo que significa envejecer”. Y prosigue, envejecer definitivamente tiene beneficios.
Las investigaciones han demostrado, por ejemplo, que el bienestar emocional generalmente aumenta con la edad y que ciertos aspectos de la cognición, como la resolución de conflictos, mejoran en la vejez. Con el tiempo, “es probable que desarrollemos más resiliencia”, afirma la Dra. Koepp.
Levy recomienda pensar en cinco personas mayores que hayan hecho algo que consideren impresionante o que tengan una cualidad que admiren: su sentido del humor, su energía, su conocimiento de acontecimientos actuales o su empatía, enamorarse a una edad avanzada, mantener un compromiso con la actividad física… Y para cada una de ellas, escribir una o dos cualidades que admiran particularmente y que les gustaría reforzar en si mismo, como un estímulo y proyección hacia el futuro.

Envejecer exitosamente, explica, no significa que uno no se enfermará, ni sufrirá pérdidas, ni necesitará atención en algún momento. Y finaliza: cambiar una mentalidad no es tarea fácil, “pero si se lo puede hacer, uno se verá a sí mismo como una persona con experiencia y sabiduría vivida” afirma.
Conclusión
La vejez se presenta como una realidad ineludible y compleja: un drama existencial, una tarea interior y, también, una oportunidad transformadora.
Nuestra cultura privilegia aún por sobretodo la juventud. Y todavía el anciano se ve marginado socialmente y, muchas veces, desvalorizado, incluso por sí mismo.
Tenemos la oportunidad -sino el deber-, de resignificar este momento de la vida: no como simple declive, sino como una etapa donde es posible reconectar con el pasado desde una nueva conciencia, encontrar sentido, y construir un presente vital.
La vejez, lejos de ser solo pérdida, puede ser una forma intensa y creadora de presencia, si se la asume no como duración inerte, sino como una oportunidad de significación, de reelaboración del tiempo vivido y de afirmación de la identidad.
Así, el envejecimiento deja de ser una mera condena para transformarse en una posibilidad de plenitud.