Estudiaron el comportamiento de 500 voluntarios de entre 60 y 98 años. Descubrieron que envejecer mejor depende de tener proyectos y una actitud más positiva que los más saludables físicamente. Estela, que no quiere fotos y prefiere no dar su apellido por temor a “esas cosas violentas que pasan ahora con los viejos”, dice que si uno no tiene proyectos, mejor sentarse “a esperar el cajón”. Y se levanta, con pierna enyesada y todo, para acomodarse frente a la compu, conectar la webcam y chatear con su hijo que vive en España. Tiene 69 años.
¿Ese será el secreto para envejecer bien? ¿Tener proyectos?
Según la Universidad de California, en San Diego, sí. Y lo comprobaron científicamente. Es más: aseguran que los proyectos y una buena actitud dan más satisfacciones que un estado de salud óptimo. Hasta ahora se asociaba el “buen envejecer” con una condición física favorable pero según Dilip Jeste, profesor de psiquiatría y neurociencia, a cargo de esa investigación, “pese a que los criterios generalizados sugieren que una persona está envejeciendo bien si tiene bajos niveles de enfermedad o discapacidad, comprobamos que la autopercepción acerca del envejecimiento podría ser más importante que los marcadores tradicionales del éxito. Y que la actitud positiva es importante para sobrellevar esa etapa”.
El estudio se hizo sobre 500 casos, con personas entre 60 y 98 años, todos independientes, ninguno vivía en hogares de ancianos o centros de ayuda. A todos se les pidió que evaluaran el grado personal de envejecimiento exitoso de 1 a 10. El resultado fue que aquellos que se habían asignado una calificación alta no reunían los criterios tradicionales, como salud física o ausencia de enfermedades o discapacidad. “Es decir, las personas que creen estar envejeciendo bien no necesariamente son las más saludables”, concluyó el profesor Jeste.
Tal vez eso ocurra porque no todos miden al supuesto “envejecimiento exitoso” con la misma vara. “En la película Elsa y Fred podemos observar algunos de los factores que intervienen en él. La protagonista padece una enfermedad que la obliga a tratamientos cruentos pero tiene una actitud positiva ante la vida. Por su parte, Fred no aparece como enfermo físicamente pero tiene una actitud opuesta a la de Elsa (medicación en exceso, retraimiento social, sedentarismo, pesimismo). ¿Se puede definir el envejecimiento de ella como no exitoso? ¿Podríamos decir que Fred envejeció exitosamente?”, reflexiona Roberto Barca, presidente de la Asociación Gerontológica Argentina.
“La actitud positiva es importante porque existen mecanismos biológicos que, de acuerdo con el estado de ánimo y a través de sustancias segregadas en el hipotálamo, pueden incluso matar a una persona bajando sus defensas y provocando un cáncer. La mayor pérdida de un anciano es la muerte de su pareja, a tal punto que debe investigarse la aparición de tumores a los 6 meses de ese hecho. Le sigue la jubilación (pérdida del lugar en el mundo social), en tercer lugar la muerte de los hijos y luego problemas varios, en especial económicos”, puntualiza Guillermo Che Kenny, de la Asociación de Gerontología y Geriatría de la zona norte (AGENOR).
Para Margarita Murgieri, geriatra con un máster en Gerontología Social, en este tema hay que incluir otro factor: el empoderamiento.
“Así se llama al proceso que permite a las personas, empresas y comunidades ser dueñas de su propio destino. Los gerontólogos propiciamos ese camino en los ancianos porque les permite fortalecer su autonomía. Además, la sociedad empieza a ver esa actitud como positiva y enriquecedora”, explica. Mercedes Labiano, presidenta de la Asociación Interdisciplinaria de Gerontología, lo dice sin rodeos: “Envejecer exitosamente, de acuerdo con mi experiencia profesional, depende fundamentalmente de la actitud. El deseo de vivir colabora en el mantenimiento de las defensas del organismo y lo preserva de enfermedades. El envejecimiento produce sus penas: la vida, en diferentes etapas produce sus penas. No se trata de negarlas, se trata de compartirlas y transformarlas en potencial creador”, señala.
“El estudio del profesor Jeste me parece interesante por su respaldo académico pero convengamos en que refleja la realidad de 500 ancianos de la costa oeste de los Estados Unidos. Sería brillante si encontráramos una fuente de financiación para replicar esa misma investigación aquí”, sugiere Roberto Kaplan, director de la carrera de Especialistas en Geriatría de la UBA. Sería bueno. Ayudaría a saber cómo están calando en nuestros ancianos tantos años de descuido. Saber cómo están de ánimo y si, pese a todo, encuentran espacio para seguir proyectando.
Autora: Eliana Galarza
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