El rol que la nutrición juega en el proceso de envejecimiento ha sido motivo de mucho debate. Asimismo, el efecto de la edad en la manera como se alimenta un individuo es un área muy discutida ya que el adulto mayor constituye un grupo donde se encuentran presentes enfermedades que pueden alterar la manera de alimentarse de un individuo, y cambiar la respuesta del organismo a distintos nutrientes. Los alimentos que un individuo consume durante su vida tienen una importante función en su salud.
Es así como la falta de ellos puede producir serias enfermedades o su consumo en exceso puede conducir a enfermedades crónicas tan comunes de la edad avanzada.A medida que envejecemos tendemos a restringir el tipo de alimentos que consumimos por experiencias que muchas veces pueden ser sólo percibidas, más que reales.
Un ejemplo es la intolerancia a la lactosa, que aunque verdaderamente afecta a un número substancial de personas de edad, es sabido que en muchos casos esta intolerancia no es real; es por esto que a menudo recomendamos, cuando nos dicen que el consumo de leche les ha provocado molestias, que prueben nuevamente unos días después con la mitad de la dosis que creó el problema y muchas veces éste se soluciona. Son estas experiencias las que en muchos casos hacen que restrinjamos el tipo de alimentos que consumimos.
Si a esto le agregamos la presencia de una enfermedad que puede estar presente y que nos hace restringir o seleccionar aún más los alimentos (como por ejemplo diabetes, enfermedad coronaria, etc.), todo esto va disminuyendo el tipo de alimentos consumidos, que en algunos casos pueden ser los principales vehículos para nutrientes esenciales (por ejemplo, frutas cítricas para vitamina C, leche para el calcio).
Todos estos factores hacen difícil concluir si en realidad el envejecimiento produce un cambio en requerimientos de nutrientes. Es prácticamente imposible encontrar un individuo en la tercera edad “sano” que no presente alguna patología relacionada con su dieta. Encima de esto debemos agregar el hecho que mucha gente en la tercera edad come una cantidad reducida de alimentos por motivos que pueden variar desde la falta de apetito ante la perspectiva de comer solo, hasta la imposibilidad física de salir a comprar alimentos y prepararlos, razones de tipo económico o por disminución de los sentidos del gusto u olfato con lo que existe una menor posibilidad para diferenciar los sabores.
Cambios en la nutrición del adulto mayor
Cambios que se producen con la edad que pueden tener influencia en la nutrición. A medida que envejecemos nuestro cuerpo va sufriendo una serie de cambios que influencian la cantidad y el tipo de alimentos que consumimos. En referencia a la composición del cuerpo, se produce un aumento relativo de la masa grasa y una disminución en la masa muscular (masa magra). Asimismo, perdemos calcio de los huesos progresivamente.
Por estos cambios uno podría pensar que en la tercera edad deberíamos consumir menos grasas y más proteínas. Sin embargo esto no ha sido esclarecido totalmente. Lo que sí recomendamos es tratar de consumir por lo menos 1 gramo de Calcio al día. Como esto es difícil de hacer en nuestra dieta (1 vaso de leche contiene 200 mg de calcio, o sea que deberíamos consumir 5 vasos de leche al día), se recomienda consumir un suplemento de calcio, por ejemplo una pastilla de carbonato de calcio, suplemento relativamente barato que se recomienda tomar después de las comidas.
Desde el punto de vista nutricional, probablemente los cambios más importantes son aquellos que afectan al sistema gastrointestinal. En la boca se produce un cambio en la viscosidad de la saliva y una pérdida de hueso mandibular. Los cambios en la viscosidad de la saliva pueden producir dificultades en mascar alimentos secos. En ese caso es aconsejable tomar líquido con las comidas para obviar las dificultades. En el estómago se produce una disminución en la secreción de ácido clorhídrico.
Aunque esta disminución ha sido asociada a enfermedades presentes más que al envejecimiento por sí mismo, la alteración es bastante prevalente y puede llevar a problemas en la absorción de hierro y en la producción del factor intrínseco, una molécula que ayuda en la absorción de la vitamina B12. Puede ser sorprendente que haya una disminución en la secreción de ácido en el estómago ya que es bastante común escuchar a personas mayores quejarse de acidez.
Aunque se debe hacer chequear, esta acidez puede ser a veces nada más que una acumulación de gas, producto del consumo de ciertos alimentos (por ejemplo repollo). En el intestino la edad avanzada parece producir una disminución en la superficie de absorción intestinal, con la consecuente alteración en la absorción de nutrientes. Por ejemplo, se ha observado que más de un 30% de los adultos mayores estudiados presentan algún grado de disminución en la absorción de hidratos de carbono.
También se ha reportado una absorción intestinal reducida de calcio y de algunas vitaminas.Es de importancia señalar que una función que disminuye con la edad es la capacidad adaptativa del intestino a una baja ingestas de calcio. Normalmente la absorción de calcio en el intestino es baja, alrededor de un 20-30% de la cantidad consumida. Cuando una persona consume una dieta baja en calcio, la proporción que se absorbe aumenta (por ejemplo, a 70 u 80% de la cantidad consumida). Con la edad, esta capacidad adaptativa en la absorción de calcio disminuye substancialmente. Esta es una razón más por la cual el adulto mayor debe mantener una ingesta adecuada de calcio (1000 mg/día).
¿Por qué envejecemos?
En realidad no hay una explicación única que indique las causas por las cuales envejecemos.Sin embargo, varias teorías se han propuesto tratando de explicar el fenómeno. Ellas incluyen teorías basadas en poblaciones, aquellas basadas en sistemas orgánicos y aquéllas basadas en la célula. Dentro de estas últimas es importante mencionar la teoría de los radicales libres. Estos son substancias inestables que tienen la capacidad de oxidar a macromoléculas presentes en membranas y en el aparato genético y que pueden alterar profundamente el funcionamiento de la célula. Aunque los radicales libres son de utilidad en el organismo (por ejemplo en la acción de macrófagos), su acción excesiva se ha relacionado con un número de enfermedades crónicas como la enfermedad cardiovascular y el cáncer.
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El rol de la nutrición en combatir la acción de radicales libres adquirió importancia cuando se elucidó la acción como antioxidantes de la vitamina C, vitamina E y b-caroteno y mucho interés se ha suscitado por la posibilidad de que mediante un consumo aumentado de antioxidantes se pueda prevenir la aparición de enfermedades crónicas. Sin embargo, sólo algunos estudios han mostrado efectos benéficos de estas vitaminas por lo que no ha habido un consenso de expertos para recomendar un aumento de su ingesta.Por otro lado, el efecto benéfico se relacionó más con el consumo de frutas y verduras, por lo que nuestra recomendación es mantener un consumo alto de estos alimentos (por ejemplo 3 frutas y 2 ensaladas al día). Ellos entregan no sólo las vitaminas antioxidantes sino que también otros antioxidantes como licopeno y polifenoles.
Autor: Oscar Castillo Valenzuela. Nutricionista
Extraído de “Alimentación, antioxidantes y envejecimiento”, editado por Federico Leighton e Inés Urquiaga. Colección Adulto Mayor, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2000.